¿Incerteza? ¿Frustración?

Nos encontramos frente a frente con la pandemia más grande jamás vivida y que, vaya donde vaya, parece ir dejando tras de sí una enorme incertidumbre a la que someter ilusiones, esperanzas, proyectos, deseos y, como no, amor. Ese no saber qué pasará, ese no saber qué se debe hacer, ese no saber si seguir o parar. Esa incerteza tan absoluta que convierte nuestro día a día en una frustración constante, y más si lo que estaba por venir era la boda de nuestros sueños.

Todo ello hace inevitable plantearnos qué sucederá mañana. Las soluciones parecen desvanecerse como azucarillos en café y toda aquella seguridad que parecía que teníamos pasa por delante nuestro como el colibrí más ligero del planeta Tierra. Sin embargo, esas dudas constantes que nos invaden a cada minuto las debemos apaciguar con efecto inmediato mediante el calor entrañable que supone tener a nuestro lado una persona amada. En ella es en la que debemos proyectar cada una de las decisiones.

Los cambios no son nuestros mejores aliados, ni nuestros mejores tranquilizantes, más bien todo lo contrario. Es por eso que debemos tener el punto de mira bien enfocado, sin desviarlo ni un milímetro de nuestro objetivo.

Así pues, sólo falta añadir dulzor al principal ingrediente de este brebaje:

LA ILUSIÓN

No podéis dejar que la ilusión se pierda, ese

“Sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización

o la ESPERANZA de conseguir algo que se desea intensamente”

debe seguir vivo, puesto que no alude al cuándo, sino al cómo. Escoger una nueva fecha y poner tanta ilusión en la nueva elección como en la nueva organización.

Es esencial que os sintáis acompañados.

Jardins el Roquer entiende cada una de vuestras preocupaciones y se empapa de coraje para hacerles frente. Facilita cada nuevo cambio que se determine para no perder lo que en realidad hace mágico vuestro gran día. Un gran destello debe envolver un espacio tan soñado y contagiar a cada uno de los invitados de sueños y deseos por alcanzar.

La esencia, la magia, la esperanza, y, como no, el amor, se convertirán, inevitablemente, en el ambiente irrefrenable de la mejor celebración del siglo: